Para clarificar aún más la idea de las ‘proposiciones’, en este apartado vamos a repasar algunas cosas y profundizar para aclarar conceptos sobre ellas.
En primer lugar, se debe recordar que el segundo nivel de representación mental es el texto base, el cual es más semántico que el anterior y es una lista de proposiciones jerarquizadas que representan las unidades-idea del texto que se lee. Estas proposiciones se dividen en microproposiciones y macroproposiciones. Las primeras son aquellas proposiciones que representan las ideas de una parte de una oración o de una oración en el texto. Una vez que se han procesado las microproposiciones, los lectores tienden a reducir la información de lo que leen para realizar un ‘resumen’ de lo leído, con lo cual ya han creado macroproposiciones, es decir, ideas generales y las más importantes del texto.
Pero ¿cómo se forman las proposiciones de un texto? Como dije anteriormente, las proposiciones representan las unidades-idea de una oración. Una oración simple, por ejemplo, podría contener solo una proposición. Pero también existen oraciones que poseen más de una proposición.
Las proposiciones pueden ser de dos tipos: a) atómicas, o b) complejas. Las primeras están formadas por lo que denominamos un ‘predicado’ y uno o más ‘argumentos’.
OJO: No confundir las palabras ‘predicado’ y ‘argumento’ con sus otras acepciones. Cuando hablamos de proposiciones, estamos hablando de semántica, no de gramática (o sintaxis), por lo cual lo que nos interesa es el significado subyacente de las oraciones, no su gramaticalidad.
Volviendo al tema de las proposiciones, una proposición está formada por un ‘predicado’ y uno o más ‘argumentos’. Un ‘predicado’ puede ser – en el texto – un verbo, un adverbio, un adjetivo o un conector. Los predicados, entonces, son aquellas palabras o frases que relacionan dos partes de una oración, o conceptos dentro de una oración. Su función es ‘relacional’.
Para Turner y Greene (1978: 4) “la relación es el concepto pivotal en la proposición. Conecta sus argumentos de tal manera que resulta una sola idea. La idea puede ser compuesta o compleja. O sea, otras ideas pueden estar incrustadas en la proposición como argumentos”.
Las autoras nos indican que hay tres tipos de relaciones, una de las cuales es la predicación. Cuando estamos frente a una relación de predicación ellas “expresan una acción o estado. Frecuentemente son verbos. Cuando una relación es un verbo, sus argumentos llenan ‘casos’ particulares. Estos casos son los espacios en un marco verbal, cada uno de los cuales mantiene una relación semántica particular con la acción o estado especificados por la relación verbal. Por ejemplo, el verbo ‘golpear’ tendría casos para la persona o cosa que realiza la acción de golpear (el agente), la persona o cosa que recibe la acción de golpear (el objeto), y el medio por el cual la acción se lleva a cabo (el instrumento). Solo los verbos tienen casos”.
Los ‘argumentos’, por su parte, se concretizan en el texto como ‘sustantivos’, ‘pronombres’ y ‘proposiciones incrustadas’ (‘embedded propositions’ por su término en inglés). Esto último quiere decir que algunas proposiciones están hechas de dos proposiciones unidas por un ‘predicado’.
Vamos a lo concreto. Supongamos que tenemos el siguiente texto (McNamara y Magliano, 2009: 310):
“Ayer, en la sala, él le pasó el desafiante libro al estudiante”
Debido a que esta es una oración compleja tendremos más de una proposición.
Lo primero que hay que distinguir es el ‘término relacional’, es decir, el ‘predicado’ de la proposición. En este caso, tenemos un verbo: ‘pasar’, el cual está relacionando tres ‘argumentos’: ‘él’, ‘el libro’, y ‘el estudiante’:
1.- Él le pasó el libro al estudiante
Pero también tenemos un segundo predicado, el cual es el adjetivo ‘desafiante’. Este adjetivo está relacionado con el argumento ‘libro’:
2.- el desafiante libro
Y toda esta acción ocurrió en un tiempo, es decir el argumento ‘ayer’, y en un lugar, es decir, el argumento ‘la sala’.
3.- Ayer [él le pasó el libro al estudiante.]
4.- En la sala [él le pasó el libro al estudiante.]
Todo lo anterior nos hace darnos cuenta de que esta oración tiene cuatro ‘unidades-idea’. También pueden darse cuenta de que la primera proposición que formamos es parte de las últimas dos proposiciones. Esta es una ‘proposición incrustada’ en las proposiciones 3 y 4.
Es importante notar que cuando procesamos proposiciones, los tiempos verbales se dejan fuera, ya que “los tiempos verbales se asumen que son un producto de la sintaxis del lenguaje” (Turner y Greene, 1978: 8). Solo dejaremos el verbo principal, dejando de lado los verbos auxiliares, por ejemplo.
Ahora bien, los textos ‘de verdad’ son más complejos que el ejemplo, y deberían tener un ‘tema’ que avanza a medida que leemos, posibilitando la llamada ‘progresión temática’. Para entender esto, es necesario recurrir a lo que se denomina ‘repetición de argumentos’ en un texto (‘argument overlap’ en su concepto en inglés).
Un determinado texto tendrá coherencia gracias a este fenómeno, el cual también implica mejor cohesión. Observemos el siguiente ejemplo con sus proposiciones:
1.- Carlos compró un hermoso auto nuevo para su psiquiatra ayer en la compraventa.
Las proposiciones que se pueden determinar son:
a.- (comprar: carlos, auto)
b.- (hermoso: auto)
c.- (nuevo: auto)
d.- (objetivo: para, auto, psiquiatra)
e.- (tiempo: ayer)
f.- (lugar: en la compraventa)
Si seguimos leyendo, tenemos la siguiente oración:
2.- Carlos quedó satisfecho con el auto nuevo.
Las proposiciones aquí serían las siguientes:
a.- (quedar: Carlos, satisfecho, auto)
b.- (nuevo: auto)
Como observan, en estas dos oraciones, existe ‘repetición de argumentos’. El argumento ‘Carlos’ de la primera oración sigue siendo el ‘Carlos’ de la segunda oración, y la proposición ‘auto nuevo’ (que aquí es un argumento) es el mismo ‘auto nuevo’ de la segunda oración.
La repetición de argumentos, entonces, hace que el texto sea coherente y tenga cohesión. Por lo que podemos entender el texto y seguir leyendo.
Es importante recalcar que la coherencia la da la ‘repetición de argumentos’. Si tomáramos la ‘repetición de predicados’ como criterio de coherencia, no sería lo mismo. Observen este ejemplo con las dos oraciones siguientes
1.- Carlos había comprado un hermoso auto nuevo para su psiquiatra ayer en la compraventa.
2.- Ella nunca había comprado algo así antes.
¿Tiene coherencia este texto de dos oraciones? Es posible que no. Lo que tenemos aquí es ‘repetición de predicados’. La parte subrayada es igual en ambas oraciones, pero la coherencia no está.
Como la coherencia la da la repetición de argumentos, solo si aceptamos que el argumento ‘su psiquiatra’ de la primera oración se refiere al argumento ‘ella’ de la segunda oración, y si el argumento ‘auto nuevo’ en la primera oración se refiere al argumento ‘algo’ en la segunda oración, tendremos un texto coherente, es decir:
3.- Carlos había comprado un hermoso auto nuevo para su psiquiatra ayer en la compraventa. Ella nunca había comprado algo así antes.
La repetición de argumentos, entonces, no quiere decir que siempre tendremos los conceptos ‘exactos’ repetidos a lo largo del texto, sino que tendremos algunas ‘expresiones referenciales’, las cuales un buen lector tiene que inferir automáticamente y asignarles el referente al que hacen alusión. El mensaje real de la oración 3 sería en realidad este:
4.- Carlos había comprado un hermoso auto nuevo para su psiquiatra ayer en la compraventa. Su psiquiatra nunca había comprado un auto nuevo así antes.
Si se dan cuenta, realizar esto implicaría comprender que ‘psiquiatra’ no es solo masculino, sino también femenino. Por lo general, lo que pensamos cuando leemos estas dos oraciones es que ‘psiquiatra’ es masculino (un hombre), lo que implica que Ud. ya se formó un ‘modelo de situación’ de la oración, lo cual le dificultó la comprensión.